La mayoría de la publicidad dirigida al gran público discursos, argumentos, personajes y entonación particularmente infantiles, como si el espectador fuera un niño o un deficiente mental.
Cuanto mas se intenta engañar al espectador, se utiliza un tono aún mas infantilizante. Pero, ¿Por qué?: si uno se dirige a una persona como si fuera un niño, entonces, probablemente, esta tenderá a una respuesta o reacción con falta de razón crítica y más semejante a la de un niño. De esta manera se asegura que el espectador no tenga una posibilidad de respuesta contraria a la que se desea.
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